Recogiendo el taller me he encontrado con el molde de la cara de Merce con restos de plastilina adherida… De repente me ha parecido una interesante pieza artística que había generado el mismo taller de manera espontanea. Observándola se me antoja extraña e inquietante, proviniente de alguna habitación oscura del subconsciente. Una conjunción extravagante. Un rostro suspendido en un estadio intermedio, medio descompuesto o quizá medio compuesto. Medio presente, medio ausente. Medio hecho, medio desecho. Medio existente, medio inexistente. Un instante entre dos cosas -dos estados- que ha quedado grabado, solidificado, fosilizado, detenido en un pliegue de ese extraño tiempo que precede a la primera representación. Fueron las herramientas que utilicé para recrear el rostro de Carmen a partir del de Merce. La máscara resultante tiene algo sobrecogedor, como todas las máscaras en el teatro.
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