Más premios, es la temporada, todavía nos faltan los autóctonos pero ya llegarán con sus consabidas polémicas. De los Max ni me acordaba, no por que no les preste atención, si no porque se le han superpuesto acontecimientos más acuciantes de la vida, como ya nos pasó con la cena-cabalgata de la AVETID. Aunque a diferencia de ésta los Max se retransmiten por la 2 y por azar vi unos momentos del espectáculo mientras me comía una tortilla de champiñones. Lo primero que llamó mi atención fue el ambiente denso e inquietante que envolvía a los presentadores María Galiana y Carlos álvarez-Nóvoa… Esas traseras de los dos camiones trailers cuya visión te transportaba a una carretera secundaria de aquellas llenas de niebla y socavones en las que caes como en una trampa cualquier noche de invierno. Y de sólo ver la matrícula y las luces de gálibo durante horas se te enturbia el entendimiento y empiezas a tener alucinaciones: Dos títeres fornicando de una manera desmelenadamente antinatural dentro de la caja del camión, una cantante lírica interpretando un aria con su preciosa cabellera cayéndole en cascada sobre sus pechos desnudos, un cantaor dedicándole una saeta a una virgen (o equivalente) que se desplazaba sobre un piano de cola arrastrado por un numero indeterminado de viriles porteadores, Francesc Orella pidiendo que no se vote al PP en las elecciones que están a la vuelta de la esquina, Viqui peña pidiendo, a su vez, solidaridad con las mujeres afganas… no daba crédito, me parecía todo tan contradictorio y dislocado que tuve que cambiar de cadena. Me pasó lo de siempre, empecé a preguntarme de dónde nos vienen estas obsesiones a la gente del teatro que nos llevan a elegir siempre lo más sinuoso, extraño y desconcertante como si ello, de por sí, supusiera un valor en sí mismo. Menos mal que ayer hablé con Marisol Limiñana que con una simple conversación Telefónica disipó, con su entusiasta narración de la noche de los Max, todas mis turbias cavilaciones. Me acordé de las veces que hemos asistido nosotros a alguna de estas galas y la verdad es que cuando andas por allí mariposeando y rajando a saco sin el menor rubor te lo pasas teta. Ya conocéis a las chicas de Jácara y su legendario sentido del humor que cuando se combina con ese talento sureño para soltar ambiguas barbaridades enrojecedoras provoca situaciones que suelen necesitar una posterior burrada-forum para valorar con precisión el grado de provocación, el de ironía , el de mala leche y el de justicia universal que contenía el torpedo en cuestión. Bueno, existe una documentación gráfica extensa de la que os voy a adelantar un par de imágenes. Marisol me ha prometido que habrá posteriores entrega.
Mucha atención al alto grado de sofisticación que desprende esta glamurosa instantánea en la alfombra roja, el color amarillo del champagne es culpa del flash. Qué moreno está Juanluis!
Impagable el gesto de sobrada alienación Marisoletana. Aún tiene el hombro enrogesio y la mano izquierda sin lavar. Me parece que Jordi Galcerán y Juan Mayorga se sintieron pelín desplazados. Y Pedro Rosich (Lo siento se me fue la pelota e hice un híbrido Pedrito Marc) , como siempre, dejándose querer.
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