Cenerentola. Llevo ya bastante tiempo dánole vueltas en un sentido o en otro a esta sorprendente ópera del señor Rossini. Desde que empecé a intentar visualizar en qué podía acabar todo esto han sucedido miles de millones de cosas y por mi cabeza se han ido cruzando un montón de ocurrencias, contradicciones, inseguridades e intuiciones… Tengo el pensamiento demasiado excitado como para conseguir frenarlo lo suficiente y que sea capaz de reflexionar con serenidad de cualquier aspecto referido al mogollón que ahora mismo me posee… Os lo podéis imaginar, a dos semanas del estreno el mundo prende fuego y cada noche repites la representación en un sueño distinto. No importa, no es relevante, este trabajo es así. Solo quería deciros que cuando oigo cantar cada día en la sala de ensayos a Bea, Alberto, Carles, Sole o Yolanda me quedo bobo, pasmado, perdido, pillado, sentado cabeza abajo en mi silla. Pocas veces, desde que intento dirigir teatro, me he sentido tan afortunado. Creo que ese mismo sentimiento lo comparten desde su condición de actores David, Juanfran y Àngel. Hoy he hecho algunas fotos en el pase de esta mañana…
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