No es que las guitarras mallorquinas sean el doble de las que suelen usar los guitarristas peninsulares, ni que Carol empezara a estudiar guitarra en la academia “Liliput” pero al revés, más bien se trata de un símbolo (la guitarrilla tamaño XXXXXXL) de las enormes espectativas que los papaitos de Carol tenían en el futuro musical de su entonadísima hijita. Quiero decir que seguro que estaban absolutamente convencidos de que su retoña seguiría con la guitarra tantos años como fueran necesarios para alcanzar el tamaño proporcional al instrumento. Ay, ay, ay… Cuando el Zapater vea la foto! Bueno, creo que Carol no ha llegado a ganar ningún concurso internacional de guitarra, pero eso sí, se ha convertido en una de las intérpretes más intensas y auténticas del panorama valenciano-mallorquín actual. Ahora sabemos todos de dónde le viene esa pasión cantarina que la tiene en estado permanente de canturreo, se las sabe todas, sea cual sea el idioma, estilo, tesitura, época… del tema reproducido. ELOOOOOIIIIIIIIIISSSSSSSS!!!!! Dolor en tus cariciaaaaaaaaaaassssssssssss!!!!!!!
I què rosseta i que mona, fa unes ganetes de pessigar-li les galtetes.
Els comentaris estan tancats.