Qué espectáculo tan complicado! No acabamos núnca de ajustar los cambios de escena. Hay mil transiciones, tantas que a Victor no le caben más efectos en la mesa de luces. Yhavé anda loco a la caza del milisegundo exacto en el que debe soltar el vídeo para que la sincronía sea perfecta. Libertad y Pilar planchando vestidos, ajustando detalles, dándole vueltas al acabado del vestuario desde el patio de butacas. Empar dando notas en las situaciones y lugares más inverosímiles. Samuel editando y reeditando por enésima vez el DVD con las películas de vídeo. Josep y Ángeles pendientes de todo y de todos, que nada ni nadie quede desatendido, que se enteren hasta los marcianos de que hoy estrenamos. Inma cuidando de la casa. Laura rehaciendo por tercera vez la peluca de Carol… Una incesante actividad que confluye toda en un solo objetivo: que hoy todo sea perfecto y se parezca lo máximo pisible a lo que habíamos imaginado al principio de todo esto. Mi ofuscación en todo el ensablaje técnico que pide la puesta en escena ha provocado en los actores un cierto estado de abandono, los he dejado a su suerte, entre cajas, a oscuras, perdidos en un laberinto de marcas, recorridos, cámbios de vestuario y movimientos de escenografía. Tanta información que asimilar en los últimos días les ha llevado a una situación de inseguridad que los ha dejado al límite de sus posibilidades. No lo he sabido ver. En el teatro, a veces, es tan importante o más lo que sucede entre cajas que lo que ve el público. Me temo que este montaje nuestro es de esos. Los nervios que provoca la proximidad del estreno hicieron saltar la chispa ayer y tuvimos nuestro consabido momento de CRISIS. Al acabar el ensayo general los actores me dijeron mirándome a los ojos que nunca se habían sentido tan inseguros. Claro, como os podéis imaginar me dejaron helado. Después de hablar mucho me quedé con la sensación (supongo que absolutamente subjetiva) de que el nivel plástico o el esfuerzo por crear una atmósfera de irrealidad en el escenario nos había conducido a intentar conseguir una puesta en escena muy compleja y refinada, esto añadido a mi manera de entender el papel del intérprete en un montaje (todo lo que ocurre en escena es de su competencia) ha dejado a los actores hasta los topes. Ahora creo que fue un momento necesario que ha provocado un reajuste, todos, desde afuera, mirábamos por el espectáculo sin sopesar los esfuerzos necesarios por parte de unos y de otros para conseguir la excelencia. Los actores son el eje sobre el que todo se articula y su responsabilidad es tan alta que deben sentirse arropados por todos en todo momento. Tengo mucha suerte de contar con David, Carol, Cristina y Josep. No conozco a muchos más actores capaces de acaparar tanta responsabilidad y hacerlo de manera tan generosa y natural. Supongo que, principalmente por eso, hoy será un gran día. El día en el que vamos a estrenar “LA DONA IRREAL” en el fantástico teatro Serrano de Gandia.