Ya estamos de nuevo en casa, zarandeados por todos los problemas que estaban esperando nuestro regreso. Ya andamos todos con los nevios a flor de piel y es que esto de estrenar, mira que habremos pasado veces por la experiencia, siempre nos eriza la sensibilidad como si el mundo, en vez de acariciarnos, se nos fuera a comer. Por qué nos tiene que ir la vida en cada cosa que hacemos? Remirando las fotos del viaje a Namibia he tomado consciencia de que hemos estado en un país verdaderamente hermoso y bonito y bello y deslumbrante y… Se me quedó pendiente contaros un poco sobre la función que hicimos en el Teatro Nacional de Namibia (suena rimbombante pero eso decía un letrero en la fachada), bueno, nos dejamos la piel en el escenario, en esta ocasión el público era mixto y nos pusimos contentísimos de actuar para un público africano de verdad con la piel negra y la mirada penetrante. Yo me sentí al borde del infarto en dos o tres ocasiones, pensé que se debía a mi falta de entrenamiento o a mi avanzada edad (ji, ji…), menos mal que luego Oscar me confesó que a él le había pasado lo mismo. Concluímos que fue un problema de altitud ya que la ciudad esta a mil nosecuantos metros. Al final los aplausos resonaron como en los días extraordinarios de comunión con la gente en plan solidaridad universal energetizante del fluir cosmotitiritero y tuvimos una especie de orgasmo tetrafónico simultaneo en plan rataplán placentero inexplicable catártico de lo más. Muchísimas gracias a SILVIA y a CANDICE que fueron nuestras ciceronísimas, acompañantes, guías espirituales, pilotas y eslabonas que nos engancharon para siempre a este PAÍS DE FÁBULA!!!!!!
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