Lo siento. No puedo hablar del tema de los visados a EEUU. Tal vez cuando volvamos. Lo que sí puedo decir es que al final ha sido menos complicado de lo que parecía inicialmente. Y hasta aquí puedo leer! Por cierto… ¿Esto quien lo decía? ¿La Mayra Gómez Kemp en el 1, 2, 3? Ay, creo que estoy teniendo una regresión…
Ahí va el listado definitivo de ciudades mexicanas donde actuaremos. Por orden de aparición: Tuxpan, Xalapa, Montemorelos, Monterrey, Zacatecas, Ciudad de México, Progreso, Colima y Sinaloa! Reconozco que al leer los nombres por primera vez sólo he reconocido 2 ciudades. Así que para configurar una especie de mapa mental geográfico me he lanzado a buscar cada uno de los exóticos nombres en internet. Y me he mareado. Tuxpan y Xalapa están en el Golfo de México y, de ahí, pasamos al noreste, bajamos al centro, bajamos más, volvemos a subir, nos vamos al Pacífico y otra vez para arriba. Sin querer, me ha venido la imagen de las máquinas de pin-ball, pero en lugar de bola, nuestras cabecitas rebotando alegremente y sin control de un sitio a otro.
Siempre ocurre lo mismo al principio: los nombres de las ciudades se confunden, se mezclan, las olvidas, las cambias de su ubicación real, las recompones en un territorio imaginario a medida de tus necesidades… Todavía no hay ningún tipo de emoción vinculada a un nombre, un dato, un espacio… Ese componente emocional que tanto ayuda a fijar los recuerdos (al menos los míos). Ya llegarán. También se produce otro efecto curioso: la necesidad imperiosa de dejar cerrados todos los detalles cuanto antes. Aviones, carga, hoteles, transporte local, seguros, facturas, contratos… Parece que cuanto antes esté todo claro, menos problemas pueden aparecer después aunque, por supuesto, esto no es una ley matemática y a veces ni de coña se cumple. Además hay que añadir una especie de “síndrome prevacacional” o, lo que es lo mismo, intentar compensar el tiempo que se estará fuera adelantando el máximo trabajo posible y previniendo cualquier tipo de eventualidad que pueda producirse durante la larga ausencia. Resultado: antes de salir se acumula tal cantidad de stress/histerismo que, al menos a mí, me deja las cervicales destrozadas y con alguna que otra contractura en la espalda, empeorada por el fin de semana de bricolaje hogareño que me pegado. A ver si me arregla un masajito. Y por supuesto, la maleta. Ahora pensaréis que, claro, como soy chica… Pues sí! ¿Qué pasa? Si vamos a estar casi un mes fuera de casa y las temperaturas van a variar de 28 a 1 grados (sí, también he mirado el tiempo por internet)… ¿Qué metes en la maleta? Lo reconozco, soy una viajera “porsi”: por si hace frío, por si hace calor, por si hay que ir arreglá pero informal, por si hay que pringar, por ir cómoda las horas de viaje, por si vamos a la playa, por si esto no combina con lo otro, por si me apetece ir con botas, con chanclas… ¿Hay alguien ahí que me entiendaaaaaa? De los objetos de higiene, capilares, make-up, etc ni hablo para no exceder los límites de la frivolidad permitida en este blog. De todas formas, lo más probable es que después de hacer mil y un cambios, me equivoque completamente en la elección final de ropa y complementos. Como si lo viera. Bueno, lo próximo ya será desde México. To be continued…Eingels PD: nos encanta leer todos los comentarios. Seguid así!
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