Busco un momento propicio para indagar en lo que fue ver ayer a David y a Merce en la Carme Teatre con su particular lectura de la metamorfosis de Kafka… ¡Qué tarde es! Noto que muchas sensaciones previas permanecen borrosas en donde quiera que se guarde aquello que se te cuenta en el periodo de tiempo que va desde que se te anuncia algo y este algo sucede. Unas bolsas que contenían títeres y permanecieron años en un sitio particular del antiguo taller de la compañía. Títeres fabricados con esmero por David Durán con el fin de representar algún día la historia de Gregor Samsa. Algún día. Conversaciones en el coche cargado con las maletas del espectáculo Quijote de camino a ningun teatro. Un día de verano, pudiera ser. Un avión intercontinental. Una mañana de domingo entre funciones extraviados en un mercado de Santiago de Chile. ¡Cuántas horas juntos, David! Conversaciones en las que asomaba alguna referencia a Merce Tienda y sus laberintos. Conversaciones en las que David coloreaba su vida y la de todos aquellos que alcanza su mirada. Y de repente, Oscar Jareño en estos nuevos ensayos, recomponiendo una memoria sentimental compartida en la que perdura ese amor de hotel y furgoneta, ese conocerse en los àmbitos extrareales de los viajes entre un teatro y otro teatro.
No fue fácil ver a Merce y a David en escena al tiempo que intentaba absorber la presión de tanta vivencia.
Y es que sentí que no se trataba verdaderamente de un espectáculo, ni de la expresión de una compañía en ciernes… Vi el deseo puro de compartir. Vi en exposición la parte más delicada de cada uno de ellos dos , bueno, de ellos tres, porque Àngel Figols también se ha sumado al proyecto. Y cuando alguien se muestra tal como es, tal y como se imagina que es, tal y como sueña que es… La tensión de espectador se desvanece y solo te queda un peculiar sentimiento de comprensión, de rara desnudez compartida.
No sabría decir que me pareció bien o mal, me gustó o me dejó de gustar… Ya digo; no debe tratarse de eso porque solo sentí conciencia y deseo de estar allá donde se me quisiera llevar.