Estuve el pasado viernes viendo Traición en la Sala Ruzafa de Valencia. Un montaje de la compañía andaluza Histrión cuyo autor es el Nobel británico Harold Pinter, con impecable traducción del prolífico Rafael Spregelburg. Pinter, después del “intensivo” que nos impartiera Carles Alfaro hace unos años en L’Altre Espai, se me ha quedado pegado en el lado izquierdo como referente de compromiso e integridad para estos tiempos nuestros; se posicionó en contra del bombardeo de Kosovo, las guerras de Iraq y Afganistán, e incluso siendo judío denunció en numerosas ocasiones las constantes agresiones de los israelitas contra el pueblo palestino… Lo dicho, un gran referente.
El montaje, con vocación minimalista, se apoya, casi exclusivamente, en la verbalidad de los tres actores, cuyas voces con sus inflexiones debieran aprehender, sintetizar y ofrecer el torrente de anhelos y frustraciones que discurre por el interior de los personajes que encarnan. Al acabar tuve la sensación de que el trabajo de depuración no había conseguido abrir totalmente el conducto por el que tendría que haber aflorado la auténtica entraña de estos personajes: las turbulencias que provoca ese egoísmo individualista al que con tanta naturalidad nos entregamos los hombres y las mujeres de hoy. La parte oculta del iceberg apenas quedó insinuada. No obstante, fue una manera espléndida de entrar en esta magnífica obra de Pinter que no había leído ni conocía. La notable limpieza con la que se ofrecía facilitaba enormemente su comprensión creando una especie de sistema en el que tu rol de espectador quedaba engrandecido… Una sensación nueva que me dejó pensativo.
La Sala Ruzafa tiene una fisonomía perfecta para estos montajes. Había muy buen ambiente en el patio de butacas y la cordialidad de Mª Ángeles, David y Juancarlos hicieron que nos encontráramos literalmente en casa. Bueno, todos tenemos que trabajar para que este gran proyecto que tanto esfuerzo ha supuesto para sus responsables llegue muy lejos. ¡Ánimo!