Incauto de mi, llevo padeciendo el ambiente fallero los últimos años. Siempre hay alguien que te visita y te obliga a hacer de anfitrión. Aunque san josé tras san josé he acabado jurando por dios y por la virgen que nunca jamás volvería a pasar por semejante suplicio ha sido éste el primero que lo he podido conseguir. La verdad es que no le encuentro mucha conexión a esto que explico con el pretendido transfondo teatrero-profesional de este blog. Bueno, si acaso, el hecho de que he conseguido pasar casi una semana sin pensar en teatro ni en teatreros… Cuan necesario es, my good!!! La alternativa al diario frenesí de ensayos, bolos, proyectos, subvenciones, cotilleos e histerias varias ha sido un nombre mágico: LUANCO. Un pueblo asturiano que mira al mar todo el tiempo y está en un cabo tan al norte que puedes ver amanecer y ponerse el sol por el mismo mar, sólo has de girar la vista. Hay lugares que te permiten sentirlos tuyos de alguna manera natural, íntima y pequeña, por lejos que se encuentren de ti y hay otros lugares que aún encontrándose en tu mismo centro te repelen haciéndote sentir el más extrangero de cuantos extrangeros hayan visitado tierra alguna. En fin, a ver si se van imponiendo formas de diversión más avanzadas en las que no se joda a nadie. Os pongo algunas fotos del viaje al NORTE para que veáis el contraste y de paso justificar la escasa atención que le he prestado al blog esta última semana.
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