Esta es la segunda vez que viajo a Ankara este año. Me estrené con los “krafts” hace unos meses y es curioso descubrir como una misma ciudad puede ser tan diferente sólo por el hecho de compartirla con otros. Como David y Ángel han prometido “cubrir” la experiencia con un post propio prefiero que sean ellos quienes ofrezcan su mirada más “virgen”. Así que me centraré en cómo aquí Angeles, mujer, occidental independiente-autosuficiente y tour manager que ejerce de algo parecido a “jefa” en las giras (aunque la realidad es que cualquier decisión se toma por mayoría democrática), sentí en un país en el que por televisión pixelan el trozo de imagen en el que se pueda ver a una mujer fumando. En general trato de ser bastante respetuosa con las culturas de aquellos países que visitamos, incluso en aquellos en los que es totalmente opuesta a la mía. En Pakistán haciendo cola para entrar al baño tuve que aguantar que las mismas mujeres me llamaran puta y, aún así, tan sólo les pedí que me trataran con el mismo respeto que yo demostraba hacia ellas a pesar de lo que pudiera pensar.