A principios de Julio tuvo lugar en Foios la décima edición del festival ESCENIA; referente valenciano de un teatro emergente y joven que se ha convertido en uno de los pocos eventos celebrados por estas tierras que descubre y promueve un tipo de teatro que generalmente se ve abocado a programaciones marginales, a pesar de encarnar el futuro de este oficio-arte, o lo que sea esto que hacemos y pensamos.
Hablo de Escenia porque este año ha participado en el festival un buen amigo mío: Juan Gómez, con su compañía CASUAL TEATRE, compañía madrileña camuflada tras la ambigüedad de esa “E” final. Trajeron su espectáculo Aburrimiento Chair, con el que han cosechado muchos éxitos tras conseguir montar una gira que les ha llevado por diversas salas de toda Españaca-ñaca.
Se trata de un grupo de jóvenes con escasos recursos (como todos los jóvenes de este País). El festival de Foios (nombre que por los castellanismos resulta sorprendentemente chocante) lo organiza un ayuntamiento que, como la mayoría, no tiene ni un céntimo y montan todo con la promesa de un supuesto pago que algún día llegará. Para transportar a cinco personas y un montaje desde Madrid a Valencia hacen falta bastantes eurillos y… Los teatreros tienen, entre los muchos vicios que les dan fama, el de comer, incluso cuando están fuera de casa. Con este panorama, claro, Juan me pidió un poco de auxilio en la producción del macro-evento y le estoy muy agradecido por ello.
La compañía acampó en mi casa y les hice de anfitrión, cocinero y guía turístico. Además recordé esa extraordinaria manera de practicar el teatro en la que todo va detrás del querer… Querer hacer, querer vivir, querer disfrutar, querer estar aquí y ahora. Resolvieron todos los percances que les sobrevinieron -incluida la ausencia de la protagonista por la muerte de un familiar- con una perseverancia y un optimismo inquebrantables y me alegraron enormemente los tres días que anduvieron por aquí.
El espectáculo me resultó interesante por muchas razones. La primera es que quiero a Juan y me encanta el ejercicio de perseguir a sus conejillos blancos en las obras de su creación. Pero la más importante es que veo en escena ideas e intuiciones que representan el valor universal de la juventud para componer un imaginario nuevo, sembrado de nuevas potencialidades, animado por esa pulsión energizante que en los que llevamos media vida en esto ya ha mudado en otras formas modeladas por el pensamiento y, en consecuencia, con mucho menos alcance.
La obra juega con con muchos de los conceptos inherentes al hecho teatral contemporáneo y de un modo muy sutil consigue algo sumamente difícil: dejarte suspendido durante más de una hora en un espacio-estado ambiguo, de contornos borrosos, donde los sentidos parecen afinarse para dibujar ideas más puras, sensaciones más nítidas, pensamientos más lúcidos.
El público de Foios, aunque muy entusiasta, no acabó de conectar con una propuesta nacida de una sensibilidad muy juvenil y urbana aunque el humor salvó del aburrimiento “del título” a una buena parte de este auditorio que en su mayoría superaba la cincuentena.
Esto de la familia teatral, te agobia unas veces y otras te proporciona experiencias inolvidables. ¡Reconciliado estoy!
Un beso enorme para Juan, su hermano Paco, Marjo, Itziar y Sara.