Estas últimas semanas he andado… ¿Cómo decirlo? Fuera de mi. Hice algo importante que debería haber tenido reflejo en este blog pero hasta hoy no he encontrado el momento de pensar en ello. Y la verdad, parece que sucediera hace una eternidad. Si, tendré que dejar de marear y reconocer que asistí al concierto que dió Madonna en el parking del sitio este de Cheste donde corren las motos a toda leche. Es mi primera macroexperiencia rollo POP-QUEEN y la verdad es que hay que pasar por ello para darte cuenta de lo que es el mundo de las personas que vivimos en este tiempo presente de ahora mismo. Todo el ritual que envuelve un evento de estas características ya es de por si sorprendente… Los problemas de tráfico, el tiempo y el dinero que hay que perder para poder conseguir ver a la diva a menos de quinientos metro, las colas interminables que hay que padecer para todo, incluido lo más elemental; mear, conseguir agua o cerveza… Las cosas oficiales, imposibles de distinguir de las no oficiales, salvo que seas un avezado especialista en productos de marketing: camisetas, tour-book, escapularios, ex-votos, etc. Los puestos off de comida a base le superlonganizas con aspecto absolutamente autóctono que te sacan vía petardazo estético de la burbuja de colorines en la que llegas encapsulado…
En fin, a mi todo me extrañaba, pero me temo que soy un verdadero ignorante en lo que se refiere a estas romerias modernas. El concierto, que como producto de epatamiento comercial, fue impecable, produjo en mí cavilaciones más que emociones y voy a intentar explicar porqué: Lo primero, que ya sabéis, es que no me dejo llevar ni que me suban a un trasatlántico (que es el caso), pero pasando por encima de este nímio detalle probaré a explicarme: Nada más salir la prota en cuestión, se produjo una especié de alarido descomunal a cincuenta mil voces que me dejó aturdido y sordo durante cinco minutos, cuando recuperé el oído y cierta noción de la realidad me vi rodeando de mariquitas saltarinas desgañitándose como poseidos por una fuerza sobrenatural que les permitia cantar de corrido y en perfecto inglés todas las canciones de la reina del pop con la entrega y el entusiasmo propios de quien está en presencia de Dios. Afortunadamente, prodigios de la técnica, pasó lo que pudiera parecer imposible y es que las grandes baterias de altavoces consiguieron poco a poco superponerse a los alaridos en masa. Tuve un momento de emoción al ver a la verdadera Madonna tan cerca de mí y al momento siguiente ya me estaba fijando en la mecánica de toda aquella parafernalia, que dicho sea de paso era realmente espectacular… pantallas y más pantallas. Era muy dificil conseguir que las personas que se movian por delante de unas imágenes tan impactantes consiguieran acaparar atención, a veces se conseguía y a veces no. Era curioso de ver como toda aquella barbaridad confluía hasta el detalle más minúsculo en ella. Y más curioso todavía era ver la naturalidad de abeja reina con la que integraba todo aquello, era como si las galaxias se organizasen en función de ella porque sí. Pero al final se le veía el plumero, era una pose, una manera de estar aprendida, segura, calculada, diseñada hasta en su mínimo detalle. El esfuerzo medido, la energía justa y siempre procurando que trabaje al máximo la tecnología para no sudar demasiado, porque el sudor afea. Madonna es una cabeza pensante, una cabeza fría y calculadora que no se deja llevar jamás por lo que pueda suceder, no le gusta lo inesperado, no escucha, sólo quiere que la escuchen porque ella ha aprendido bien lo que tiene que decir pero no sabría que responder a una voz o a una pregunta inesperada. Debe pensar que la perfección se consigue con el control aunque luego desafine como un gato a pesar de disponer de todos los prodigios técnicos en forma de pinganillos invisibles.
Esa misma noche vi la luz en la disco Venial con Juanjo (artífice verdadero de toda esta experiencia mía) y también con dos whiskys, hacían una fiesta Madonna, me quede medio colgado viendo un video de la Britney Spears en el que sale con ropa interior… no resulta obscena, ni provocadora, ni siquiera sexy, se la ve sencillamente vulnerable. Una vulnerabilidad que Madonna no se ha permitido ni en un solo segundo de sus video-clips y mucho menos de sus conciertos. No puedes actuar delante de cincuenta mil personas y no sentirlas, no escucharlas. Puede que el pop no funcione igual que el teatro. Sera eso.
Ves como sí que leo tu blog…Je, je
Lo cierto es que nunca he sido admirador de madonna pero si me invitan a un concierto voy seguro, me gustan los conciertos en general, creo que más que el teatro. A mi me pasó lo mismo la primera vez que vi a los Iron Maiden, perdon, la segunda, porque recuperaron al cantante original Bruce Dickinson, y la cosa fue memorable. Eso sí, el tío Bruce no se olvida del público y ofrece un espectáculo digno de la mejor banda de la NWOBHM (new wave of british heavy metal). Este año también pasaron por españa pero no pude ir a verlos., ooooooooh!
por cierto que lo último que he escuchado en cuanto a música es´parte del último disco de Extremoduro, LA LEY INNATA, y creo que no tiene desperdicio, a mi me pone mogollón, lo recomiendo a quien lea esta nota. en fin, viva el rokanroll!!!! por cierto Jaume moltes gracies per el elogi que em fas al blog sobre els dibuixos de san sebas, abrazos mil.
Totalmente de acuerdo en lo que cuentas y una estupenda radiografía del evento más allá de lo musical sino en los sociológico. Me ha encantado, por lo acertado, el simil de «romería moderna». ¡Qué pena que una persona de tanta capacidad de análisis no sepa apreciar a la gran dama de la escena valenciana, María Abradelo!
En fin, nadie es perfecto… o eso dicen.
a mi también me ha gustado mucho el análisis reflexivo del señor Don Jaume sobre la Diva. Y el de la Gala Avetid, también, me ha provocado ternura, fíjate. hala, hasta otro día.
besos