Esta ciudad es preciosa. Nada más llegar se aprecia la gran diferencia con Pittsburgh, y no quiero decir nada malo de esta city of Pensilvania que acabamos de dejar, porque lo hemos pasado muy bien y nos ha resultado muy acogedora en todos los sentidos. Pero Boston es casi Europa, con un centro histórico con muchos edificios históricos y una permanente animación callejera a pesar de encontrarse todas las aceras bordeadas por montones de nieve congelada y hacer, en lógica consecuencia, un frío que pela. Del festival que acabábamos de dejar nos quedaba la última imagen de nuestra foto, que le servía de anuncio, proyectada en una pantalla gigante instalada en la fachada de uno de los principales teatros de Penn Avenue; la calle en la que se sucedían los típicos luminosos americanos anunciando los diversos shows que estaban en cartel. La imagen era «copsadora» ¿cómo se dice copsadora en castellà? No me sale. Shit! Me he acordado de la canción de Annie: «Las marquesinas del teatro tendrán mi nombre puesto allí» Bueno, no quiero ponerme melancólico-sentimental-ñoño-intenso-peliculero pero esta imagen es de las que pueden expresar la culminación de un sueño. En fin, si no tuviera yo este carácter tan descreído podría incluso… uf! Dejémoslo estar. Copsadora es impactante pero en catalán tiene un matiz más sentimental que la hace mucho más apropiada al caso.
Al aeropuerto de Boston vinieron a recogernos Carlos el cónsul y Paco. Carlos es un hombre encantador que transmite elegancia y desenvoltura, con esa apostura tan selecta de la que sólo consiguen apropiarse los pertenecientes al mundo de la diplomacia. Paco, en el trayecto del aeropuerto al hotel nos empezó a contar algunas particularidades de la ciudad en la que acabábamos de poner los pies. Por ejemplo; que se comía muy buen marisco (estamos al lado del mar) o que las universidades que le dan la fama a esta ciudad son todo lo contrario que en España: minoritarias y eficientes, y que ya se han convertido en algo muy parecido a una multinacional. Nos han traído a un hotel muy agradable situado justo enfrente de la Boston Public Library, en pleno centro así es que estamos encantados.
Ayer, aprovechando que tenemos el week end free salimos a pasear por la ciudad. Alucina! Caminamos sobre un lago congelado: el Frog Pond en el Boston Common Park, comimos en un Thai, Àngeles se compró modelazo por 10$ en el H&M y por la noche nos fuimos a la zona de Cambridge porque un mexicano con el que habían estado hablando la noche anterior (Angeles, Merce y Zap en un concierto de chavales jóvenes músicos y universitarios que les maravilló) les dijo que era el mejor sitio para oír música en directo. Y efectivamente lo era, después de los típicos tumbos y extravíos de quien no conoce encontramos un local con muy buena música en directo en el que rematamos la noche, con cervezas y muchos bostonianos alrededor como lata de sardinas.
CONTINUARÁ!