Una ONG que estima ha devuelto la vista a más de 3.000 ciegos en países africanos, principalmente en Burkina Faso. Ya sé que hay muchas ONGs. Ya sé que afortunadamente hay mucha más gente solidaria y generosa. Pero ésta tiene cara para mí. Mejor dicho, dos, la de Xelo y la de José Ramón. Somos amigos desde hace mucho. Me cuentan. Se emocionan. Se implican. Forman parte de un grupo de gente, profesionales de oftalmología la mayoría, que desde hace años consigue pequeños (?) logros, intentando que muchos dejen de ser ciegos. Un grupo de gente que se pringa, que deja atrás la comodidad a la que estamos acostumbrados, la familia, el trabajo o las vacaciones y dedican tiempo y dinero a ayudar todo lo que pueden. Dicen que «cuando estás allí desearías que el día tuviese 48 horas para poder operar el doble». En sus ojos se refleja la mirada de los muchos que han vuelto a ver y, lamentablemente, también la de aquellos a los que no han podido ayudar. Y ahí están, con un tesón y un optimismo envidiables para llegar cada vez a más. La última aventura para recaudar fondos es un exposición, Botijos de la luz. El precio inicial de cada botijo es 60 euros. Exactamente el coste estimado de una operación de cataratas en África.
