En los últimos días de agosto, en Manacor, entre cala y cala se ha colado alguna discusión artística. Ya me ocurrió el año pasado, también en Mallorca, en aquella ocasión la controversia artística vino a raíz de la intervención de Miquel Barceló en la catedral de Palma; después de verla no pude superar el hecho de que los grandes bloques de alcilla que la conforman se hubieran agrietado al cocerlos y que el artista hubiera acabado integrando este detalle técnico (o más bien desastre, diría yo) en su posterior discurso explicativo de la obra. Cualquier ceramista lanza a la basura las piezas que han partido al cocer. Tuve el presentimiento de que Barceló se hundió entre tantas toneladas de barro y antes que aceptarlo y replantear la obra prefirió replantear las palabras, que resulta bastante menos laborioso y seguramente más lucrativo.
Jaume
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