Creo que esto es un bache. Puede que se trate del característico bloqueo que sobreviene en el momento en el que deseas atisbar un final para cerrar el círculo. Tal vez aún sea pronto para que se pueda intuir el dibujo que acabarán formando las líneas que unen las distintas ideas. Siempre que me veo en este trance fuerzo un sentido indefinido, un resorte interior del que apenas sé nada; tan solo que siempre acaba revelando el camino secreto y lo suele hacer justo en el momento crítico en el que, al borde de la desesperación, piensas que esta vez no aparecerá ninguna idea capaz de darle un puntapié al vacío. Ayer promoví una conversación con los actores con la intención -en ese momento no demasiado consciente- de mitigar mi angustia ante este vacío que está empezando a formarse. Las palabras que hilvanaron entre los tres no espantaron del todo el desasosiego aunque expresaron algo especialmente valioso en este momento-encrucijada: su confianza en mi manera de conducirles y su convencimiento íntimo de estar participando en un viaje singular. Ahora pienso que todo lo que hasta ahora hemos desarrollado, sin su espíritu de entrega y su inteligencia, sería solo humo.