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BOLO DE KRAFT EN DONOSTI

Publicado en: La compañía / La companyia|Sin categorizar

Un bolo de los muchos que hacemos al año. De los muchísimos que hemos hecho desde… ¡Uf! Mejor no entrar ahí. 22 de diciembre, encima de la Navidad, tiempo para pensar en el coche por las 6 horas de viaje… No sé; la cabeza reacciona a ciertos estímulos que le son familiares y a mi me sobrevinieron muchas sensaciones antiguas, sobre todo los interminables viajes en carretera con aquella furgoneta extralarga cargada con cualquiera de nuestros espectáculos infantiles. Diciembre siempre fue un mes en el que se acumulaban las funciones por todo el Estado: hoteles, montajes y desmontajes, carreteras inhóspitas, climatología incierta, bares de carretera… Todo un cúmulo de vivencias que los teatreros compartimos sin mucha conciencia de ello y deben formar nuestra sustancia común, eso sí, removiéndolo todo un poco con las típicas conversaciones monotemáticas, los desahogos después de la función, anécdotas de escenario, escarceos… La relación sería interminable.
Fue un bolo en el que todo funcionó a la perfección en el centro cultural Lugaritz, un teatro con las dimensiones ideales ara nuestro espectáculo KRAFT. El público no fue muy numeroso porque competíamos con la novia del Olentzero, personaje que en Euskadi es el equivalente al paje de los Reyes Magos.
Hasta tuvimos tiempo de acercarnos a ver el Peine del Viento de Chillida en la bahía de la Conchaantes de la función. Yo lo pasé genial, como siempre, en escena. Lo cierto es que este montaje nunca te cansa.
José quedó con un colega actor cubano al que ve siempre que se acerca a trabajar por el País Vasco y al acabar el bolo nos tomamos unos pintxos y unas cervezas con él. Merce y yo asistimos a las inevitables conversaciones nostálgicas entre amigos a los que el destino ha llevado lejos de la tierra. Y debo decir que, gracias a esa curiosa cosmovisión caribeña de los cubanos, la vida en la isla, así contada, resulta casi casi una odisea.
Uno de los momentos álgidos de la conversación fue la enumeración de los distintos nombres que reciben los cubanos mestizos en función de sus rasgos físicos. Me enteré así que José es “Jabao”. Y entendí el sentido de lo que yo pensaba, hasta ese momento, que era su mote.

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