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Es domingo por la mañana. Le pongo a mi madre la televisión después de levantarla y asearla. La 2.
Domingo por la mañana, ya se sabe: Misa. Y además suerte pésima, el oficiante es el nefasto Rouco Varela. Tengo un atisbo de dilema moral que resuelvo atendiendo otras cosas. No lo acabo de conseguir y ello me deja ver que este jerarca e la iglesia es un orador bastante mediocre. Ojeo el ordenador, la misa acaba concluyendo, empieza un programa complementario de la mañana catolicista y sigo oyendo por el rabillo de la oreja. Se trata de un documental sobre una médico-misionera que trabaja desde hace unos años en Angola. Se ve el Centro de Salud que dirige y su infatigable trabajo atendiendo además enfermos en aldeas olvidadas. El contrapunto a la misa en Vallecas oficiada por el “gran facineroso” es absoluto. Pienso en la gran cantidad de católicos que desarrollan actividades admirables impulsados por sus convicciones morales y su fe y me siento un poco mal por juzgar a la Iglesia Católica en general por el comportamiento de sus líderes más ostensibles. Pienso, también fugazmente, en cómo sería dejarlo todo aquí -teatro incluido- e irse, como ha hecho esta mujer, a ayudar a estas personas. También pienso que estuvimos no hace demasiado, actuando en el país vecino, Namibia, y que la sensación que nos trajimos fue muy distinta a la que emanaba del reportaje centrado en la salud. En un momento dado también hablaba la propia médico del pernicioso efecto de la ignorancia en la prevención. Hilando esta idea pienso que tal vez fuera un proyecto ilusionante montar un pequeño teatro de títeres ambulante con el propósito de divulgar, por ejemplo, nociones sobre la importancia de la higiene o la prevención del contagio del SIDA. Sé de algún teatrero que se ha embarcado en aventuras similares. Creo que tal y como está todo por aquí por casa confrontar nuestros patrones y convencimientos a través de una experiencia de ayuda es una buena alternativa. Es un pensamiento muy grande que necesita serenidad y reflexión además del tiempo. Tiempo que ahora tengo un poco comprometido con quien me lo diera un día.